LA DERROTA DE LOS MADIANITAS



SEMANA PASADA, nosotros hablamos de la decisión de Gedeón. ¿Ustedes se acuerdan? Gedeón fue escogido por Dios, pero necesitaba de un ejército para enfrentar al ejército enemigo, y Dios le mostró como debería escoger los hombres que harían parte de su ejército. Gedeón llamó los hombres para la batalla, y fueron hasta él 32 mil. Pero Dios, dijo que había mucha gente, y no quería que después ellos dijeran que ganaron la batalla por ser capaces e inteligentes. Entonces ordenó que Gedeón mandase irse los miedosos e tímidos, e 22 mil volvieron para casa quedando solamente 10 mil hombres. Después de eso, Dios creyó que todavía había mucha gente, Él mandó que Gedeón los llevase hasta el rio y separase los que querían beber agua con la lengua como los perritos, y escogiese para luchar los que se arrodillarse y llevasen el agua hacia la boca con las manos.
¿Saben cuántos hombres restaron de esa separación? 300. Sí amiguitos, Gedeón iría luchar contra un gran ejército con apenas 300 hombres. A pesar de eso, aquellos hombres lucharon apenas con una trompeta, un vaso de barro y antorchas de fuego. ¿Cómo ellos podrían vencer un gran ejército numeroso y tan bien armado? Pero Gedeón no tuvo dudas ni miedo. Él dijo para sus soldados: quédense atentos, a la noche, cuando lleguemos al local que los madianitas están, cuando yo toque la trompeta ustedes también tocaran, rompan los vasos y griten: ¡Por el Señor y por Gedeón! Y así ellos hicieron. Cuando los madianitas oyeron el ruido de los vasos rompiendo, y del sonido de las trompetas y vieron fuego en las antorchas, se quedaron desesperados al punto de luchar entre ellos, matando unos a los otros. Y así los soldados de Gedeón ni llegaron a luchar, pues Dios intercedió por ellos.
CONCLUSIÓN:Cuando confiamos en Dios, vencemos el mal y todos los problemas que el diablo nos causa. Entonces no tengan miedo, pues Dios es nuestra fuerza y estará siempre de nuestro lado. Crean en Jesús, confíen en Él, sin dudar, Él les dará la victoria. Por eso, es importante obedecer a las órdenes de Dios. Cuando Él nos manda hacer algo, sabe muy bien que está haciendo.

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