Cuando deseamos lo que las otras personas poseen, dejamos de enfocar nuestra fe en Dios.
Dios es muy grande y desea darnos mucho más de lo que pedimos o pensamos.
Muestre esta imagen a los niños, y enseñe que la envidia es un fruto de la carne.
Nuestro foco debe estar en lo que Dios puede darnos a través de nuestra obediencia, y no en lo que los otros poseen.
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