AMÁN ERA un hombre malo, pues inventó un montón de mentiras contra los judíos al rey, que creyó en las palabras de él. El rey sin preguntar nada sacó el anillo del dedo y se lo dio para crear una ley que mandaba exterminar a todos los judíos. Cuando los judíos supieron, se quedaron amedrantados y lloraron, Mardoqueo oró y lloró mucho. La reina Ester, cuando supo que Mardoqueo estaba triste, pidió que un empleado fuese a donde él estaba, para saber lo que estaba ocurriendo. Mardoqueo le explicó todo y mandó una razón pidiendo que la reina fuese al rey a interceder por los judíos. Es una petición muy difícil de atender, ¿verdad? Porque nadie podía ir a la sala del rey sin ser llamado.
Saben niños, Dios había permitido que Ester fuese reina para ayudar el pueblo, ella tomó coraje y pidió que todos orasen.
Después de tres días de oración, Ester se colocó en frente de la sala del rey. ¿Y ahora niños, que ocurrió con ella? Cuando el rey vio Ester, permitió que ella entrase. ¡Qué maravilla! Y lo mejor de todo, él le preguntó a Ester que quería, y que todo lo que ella pidiese, él le daría. Ester aprovechó y lo invitó a un banquete, y pidió que llevase a Amán con él. El rey fue con Amán al banquete, y le preguntó nuevamente a Ester que quería. Con coraje y fe en Dios, Ester pidió al rey que librase de la muerte tanto a ella como a su pueblo. ¡El rey llevó un susto! Pues no sabía que su amada reina corría riesgo de muerte. El rey se quedo furioso cuando supo que Amán había hecho una horca para Mardoqueo, el hombre que lo había librado de la muerte. ¿Saben lo que ocurrió? El rey mandó Amán que fuese colocado en la horca que él mismo hizo, y encima mandó crear una ley autorizando los judíos a defenderse cuando fuesen atacados. Cuando las personas recibieron la noticia, se alegraron mucho y daban gracias a Dios por haber usado la reina Ester para ayudarlos.
Así, los judíos fueron libres de la muerte gracias al coraje, a la fe y a la confianza en Dios por parte de Ester. El orgullo y el deseo de venganza de Amán lo llevaron a la muerte, y la maldad que él planeó para Mardoqueo, terminó alcanzando a él mismo. ¿Ya se imaginaron si Ester hubiera sido orgullosa solo porque era reina? Iría morir como todo su pueblo. Esta gran victoria nos hace acordar del triunfo de Jesús sobre la muerte cuando resucitó. Jesús es nuestro mejor amigo y siempre estará de nuestro lado dándonos la victoria.
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