TODOS LOS días, Carolina iba a la EBI. A ella le gustaba ir porque encontraba sus amiguitas. Ella no prestaba atención a las historias que la tía contaba, no se interesaba en hacer las oraciones, o sea, no quería saber de las cosas de Dios. Lo que ella quería era charlar con las otras niñas.
Carolina siempre entristecía a su madre con sus mal creaciones. ¡Están viendo, amiguitos! De que adelantaba ir a la iglesia, si no presta atención en la Palabra de Dios. En el momento de la alabanza, Carolina cantaba bien alto, y se quedaba mirando y riendo de los demás niños. Cierta vez, Anita, prima de Carolina, fue a participar de la clase y vio que la prima no tenía un buen comportamiento.
Cuando llegó en la casa de Carolina, Anita le contó a la doña Laura, la mamá de Caro, sobre las actitudes de la niña en la casa de Dios. Doña Laura esperó el mejor momento para hablar con la hija.
Cierto día doña Laura estaba sentada oyendo alabanzas y se dio cuenta que Carolina cantaba alegremente las músicas que hablaban sobre hacer la voluntad de Dios. Carolina repetía aquellas palabras sin darse cuenta que estaba haciendo un voto con Dios, una promesa con Él. Entonces doña Laura dijo:
- Caro, estoy feliz de verte alabando a Dios, pero no te olvides que debemos hacerlo de todo nuestro corazón. Dios quiere que Lo alabemos no solamente con músicas, pero también con nuestras buenas actitudes. ¿Has alabado a Jesús con tus actitudes?
Carolina respondió con una voz bien triste porque no se estaba comportando bien, y sabía que estaba desagradando a Dios. La mamá de la niña explicó también que todas las veces que ella cantase una alabanza, debería pensar muy bien en los que estaba cantando, pues cuando cantaba se estaba comprometiendo con Dios a través de la alabanza. En aquel día, la niña aprendió una grande lección y dijo que vigilaría sus actitudes, que obedecería y no haría más lio en la casa de Dios.
Conclusión:
Amiguitos, Carolina entendió como era importante para Dios que, a pesar de cantar, la persona practicase lo que estaba cantando. Este ejemplo me hace acordar de un versículo del libro de Salmo que dice así: A ti, oh Dios de te pertenece la alabanza. A ti se te deben cumplir los votos”. ¿Están viendo? Debemos alabar al Señor Jesús y practicar aquello que prometemos mientras estamos cantando.
¡Entonces que tal, a partir de ahora, siempre meditemos en lo que estamos cantando para nuestro Dios! Amén.
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