CRECIENDO SIN LOS PADRES:

HABÍA UNA vez, una niñita huérfana que se llamaba Hadasa. Ella era una judía muy bonita. ¿Pero saben dónde estaba la belleza de ella? ¡En su corazoncito! El corazón de Hadasa era lleno de amor y obediencia de Dios a los más viejos. Ella perdió a su papá y su mamá siendo muy niñita. Que cosa triste, ¿verdad? (Haga una cara triste).

Pero esa niña no se quedó solita, pues pasó a ser criada por su primo Mordecai. Los padres de ella tuvieron que vivir en otro país bien lejos (coloque las manos arriba de las cejas, como si estuviese mirando a algo bien lejos). Ellos pasaron a vivir en aquel país y ella terminó naciendo allí, bien lejos de su pueblo. Los padres de ella amaban a Dios y seguían Sus mandamientos, por eso, cuando ellos murieron, Dios no desamparó a la niñita. Él preparó a alguien para cuidar de ella de una manera especial. Mordecai crií a Hadasa con mucho amor y cariño, como si fuese su propia hija. Él le enseñó todo sobre Dios y, más tarde, cambió el nombre de ella a Ester.

Ester era una joven muy feliz, amable y educada, pues el amor de Dios estaba en su corazón.

CONCLUSIÓN: Qué lindo, ¿verdad? Dios estuvo con Ester en todo momento, y no la dejó solita. Él preparó una familia especial que la criócon mucho amor y cariño. Dios nunca abandona a Sus hijos y siempre cuida de cada uno de nosotros en todos los momentos.