Historia: La iglesia unida

Después que el Señor Jesús fue sacrificado en la cruz, las personas Lo Seguían y Sus discípulos se quedaron reunidos en el cenáculo y Jesús, después de resucitado, también se reunió con ellos. ¡Qué gran alegría aquel pueblo sintió al ver a Jesús nuevamente! Algunos días después, el Espíritu Santo, descendió sobre todos aquellos que estaban en aquel lugar y les dio poder para que ellos hablasen de Jesús, curaran los enfermos y libertaran a los que sufrían.
Los apóstoles de Jesús y todo aquel pueblo se reunían en los templos para hablar y oír sobre Jesús, pues querían aprender más sobre Él, y así surgieron los primeros cristianos. Ellos vivían unidos, como si fuesen hermanos de verdad, y todos obedecían a lo que los apóstoles enseñaban. Los apóstoles hacían milagros y maravillas, y las personas tenían mucho respeto por las cosas de Dios, y creían en Jesús. Todos los días los cristianos se reunían en la Casa de Dios para orar.

Algunas personas vendían sus propiedades, (casas, campos etc.) y cuando alguien estaba pasando por necesidad, ellos dividían el dinero y ayudaban el necesitado. En sus casas repartían el pan con alegría uno amaba al otro. Muchos que no eran cristianos comenzaron a admirarlos y, todos los días, mas y mas personas se convertían y la Iglesia de Jesús creció hasta el día de hoy.

Dios desea que nosotros vivamos así, en unión. Dios es nuestro Padre Celestial y se pone feliz cuando Sus hijos se aman y se respetan. Si vivimos en unión, la Iglesia de Jesús se desenvolverá mucho más, porque actuamos como los primeros cristianos. Pues en el libro de Salmos está escrito:” Miren cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía.” Ciertamente la unión entre ellos alegró mucho el corazón de Dios.

Vieron la importancia de vivir así, en unión, por eso respeten sus amiguitos de la EBI, no discutan, no digan palabras que los entristezca, sean amables con todos, respeten las educadoras y los siervos de Dios, sus familiares… No se olviden que Dios es nuestro Padre y que aquellos que agradan a Él son sus hijos. Entonces nosotros, que Lo obedecemos, somos todos hermanos por la fe, y Dios quiere que Sus hijos se unan



                               


                        


                  

 






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